“ Ayudame a contenerme, recuérdame los límites, pelea conmigo y no te dejes vencer, porque te necesito fuerte, seguro de lo que haces y me dices, aunque te equivoques”.
La principal función de una norma no es el castigo o la amenaza, sino la protección.
Los padres han de escoger las 5 o 6 normas más importantes ( poniéndose de acuerdo) y luego 5 o 6 secundarias.
Las peleas contra las normas es normal. Los adolescentes tienen que aprender cuales son negociables y cuales no.
Dentro de la terapia hay que aprender que los deseos se negocian con la realidad.
Convertirse en adulto implica más deberes y más responsabilidad, y al mismo tiempo más libertad y autonomía.
El adolescente intenta a veces negar la realidad.
Los padres tienen que descodificar lo que su hijo esta intentando decir con su conducta..
Deben de protegerse los padres de las emociones que los adolescentes están despertando de manera muy primitiva, por ej: la rabia, la melancolía, el desencanto, el rechazo visceral…
Los padres deben evitar emociones de tipo sobreprotector, como justificar lo injustificable, negar la realidad para no enfrentarse al conflicto.
Es importante la definición y redefinición de límites en la adolescencia. El concepto no tiene que ser teórico sino incorporado mental y emocionalmente por el joven. Esto va a significar que todo aquello que lo limitaba, dentro de su área emocional, social y mental, tendrá que traspasarlo. Debemos confiar en el inconsciente del adolescente, él se hará cargo de movilizar los significados y las emociones que sean necesarios para que se graven en su interior.
El concepto de límites tiene que ver con una sensación de contención, de cobijo, de guardia y de protección.
La función del adolescente es empujar las paredes de la casa. La de los padres es aceptar este empujar sin vivirlo de modo personal. Los padres y el terapeuta han de esforzarse en que el adolescente sienta que nos es valido como persona, como paciente y como hijo y que todo lo que dice y hace es importante.
Hay enormes cambios hormonales que influyen en el temperamento: ganas de moverse, impulsividad, irritabilidad, de llorar, de gritar, peleas, melancolía, dormir y dormir.
Con respecto al cuerpo se puede dar una disconformidad, unos quieren bigote, los que lo tienen no lo quieren, a las que tienen pecho les molesta, las que no tienen se ponen relleno.
Los padres tolerantes, empáticos, dispuestos a ver por los hijos de un modo diferente, están dando como producto hijos abusadores, que aprovechan para desubicarse y seguir dependientes de los padres.
Los padres deben conversar con los adolescentes a cerca de los valores de sentido común, de humanismo, convivencia, solidaridad y respeto.
Un exceso de autoestima convierte al joven en omnipotente y narcisista, con poca tolerancia a la frustración. Es importante trabajar el autocontrol: en la comida, adicciones, agresión, en el buen uso del ocio.
En la familia las peleas son necesarias tanto como las negociaciones, porque los reencuentros son básicos en la vida emocional.
Hablar sobre la libertad sexual, la capacidad de escoger con quién estar, a quién amar. Nos encontramos en una época de usar y tirar anulando afectos y emociones. Enseñarles a buscar, a esperar, a saber qué es lo que quiere, que aún son jóvenes, que la vida es muy larga.
La edad de la adolescencia es la divertirse, salir, conocer, disfrutar, hacer más amigos, fortalecer los antiguos, ir madurando en todos los sentidos para tomar decisiones más sabias o mejores para uno.
La identidad: en la adolescencia es cuando tiene mayor crisis, ya no es lo que era o no le gusta lo que es o quiere ser lo que no es. La identidad en esta etapa la dan los amigos, el grupo, el contexto social, el espejo, la ropa, los pasatiempos, los deportes, las notas, los profes, las familias, el propio yo, los amores, los éxitos y fracasos. El joven se plantea ¿ Quién soy yo? O ¿ Quién quiero llegar a ser?
El adolescente muchas veces siente un “vacío” en el proceso de definirse y encontrar su verdadero yo, es normal en este proceso la tristeza, la melancolía, la nostalgia.
Los adolescente, auque a veces lo nieguen, se preocupan mucho más que un niño de lo que dicen sus padres. Las formas de su relación interpersonal sufren un cambio dramático.
El meollo de la adolescencia es desarrollar la capacidad de contactar, es decir, establecer condiciones de frontera que apoyen tanto la vinculación como la separación.
La relación del adolescente con el self se renueva. La experiencia privada se intensifica y se complica. El cuerpo revive de maneras emocionantes, desconcertantes y a veces atemorizantes la excitación sexual, la aguda consciencia del cuerpo, los repentinos arranques de ira, sensaciones de pesadez, vacío, todo esto altera el panorama interno.
Llegan intensas experiencias dolorosas ( soledad, vergüenza, vulnerabilidad, emociones intensas, un poder aparentemente ilimitado).
El niño vive una relación internalizada y reflexiva, una relación experimentada del self con el self.
Se abren nuevas fronteras de contacto, fronteras internas.
El desarrollo saludable implica el “alineamiento exitoso” de la vida interna con las oportunidades externas.
El self no se entiende solo como algo interno del organismo o la psique, sino como el “sistema de funciones de contacto” que organiza la relación del organismo con su entorno.
En la adolescencia se separan las fronteras de contacto intrapsíquicas de las fronteras de contacto interpersonales. Así el desarrollo del adolescente es la maduración de las funciones de contacto y el proceso de fronteras. Los procesos interpersonales contextualizan el proceso intrapsíquico del adolescente. Lo intrapsíquico y lo interpersonal como expresiones de un campo más grande, mantienen una relación figura fondo entre sí.
En un momento de la adolescencia pueden pelear consigo mismo y en otro momento polarizarse y pelear con los adultos “es mediante ser tratado como uno mismo, es decir un ser con una experiencia interna valida como aprendemos a mirarnos a nosotros mismos, con un sentido firme de esta realidad, y a la inversa, es a través de la capacidad de entenderse a sí mismo y estar cómodo en ese terreno interno de la experiencia como es capaz de moverse hacia fuera y comportarse con los otros de una forma viva y que afirma el vivir”.
La maduración y salud se entiende como la consecución de la capacidad de un contacto vivo, se hace en términos de diferenciación y relaciones fluidas entre lo intrapsíquico y lo interpersonal. ( Integrar el mundo interno y el externo).
Algunos adolescentes vuelcan en las fronteras interpersonales los problemas y las frustraciones que se dan con sus padres o profesores. El proceso intrapsíquico se mantiene como un fenómeno de fondo con una fuerte forma de la figura que surge en las fronteras interpersonales.
Otros adolescentes tienen una exquisita sensibilidad para su experiencia interna ( miedos, sentimientos, deseos) pero tienen dificultades en formar sus percepciones como figuras claras en las fronteras interpersonales, con sus iguales, padres o su sistema familiar. La relación figura fondo de lo intrapsíquico y lo personal esta invertida, sin ver los fenómenos interpersonales ( habitualmente la familia) ej: psicosomáticos que no ven la figura del sufrimiento familiar.
En la adolescencia es donde lo intrapsíquico y lo interpersonal empieza a diferenciarse claramente en la experiencia y donde su integración empieza a organizarse en una estructura de fondo de la experiencia mas o menos estable.
El adolescente pelea para escapar de la infancia, debe renegociar su relación con la familia.
El campo familiar es el sitio del entrenamiento, porque los niños aprenden cómo organizar su experiencia privada y gestionarla en sus interacciones con los otros.
El desarrollo psicológico humano es un proceso de incrementar constantemente la diferenciación.
Al niño que crece sin modelo masculino ( sin los introyectos adecuados) “ organizan” su masculinidad siendo cruel, ladrón, delincuente,, conquista sexual borrascosa.
Que el adolescente pueda desarrollar una sensación nítida y clara de su self va a depender del fondo de las experiencias del self infantil que se hayan acumulado. Los niños pueden llegar a la adolescencia sintiéndose válidos, interesado, potente y capaz, comprendiendo los límites. Otros niños sienten su propia insuficiencia y una confusión con los límites, ( en este caso se siente compelido a adoptar una identidad con sus iguales).
Para algunos adolescentes el self infantil esta ya integrado en una configuración nueva mas amplia y más orientada hacia la realidad. Para otros, los que se han sentido inadecuados, no queridos y odiosos, la tarea de configurar un self adolescente toma una cualidad muy autoprotectora, ej: figuras rígidas, invulnerables, independientes, no les importa el divorcio de sus padres, la escuela.
Otros adolescentes enfocan su desarrollo como una pelea de polaridades entre dos organizaciones: salir del medio familiar y convertirse en su propia persona y otra implicarse en el medio familiar. Tensión entre el fondo infantil contra el que el adolescente pelea para que se establezca una identidad nitida.
El self del adolescente nuevamente organizado, al mantenerse fuera y aparte del medio parental, empieza a existir, a mantenerse por sí mismo, por su propia autoría, teniendo una vida de la que es responsable.
Fronteras de contacto: la experiencia del adolescente se caracteriza por un nuevo sentido de la frontera, una gran diferenciación entre el “yo” y “ellos”, del mundo interno y externo, y una inversión marcadamente diferente en el proceso que organiza el contacto entre el self ( uno mismo ) y los otros.
El adolescente genera una experiencia de frontera o separación con los adultos, ej: quiere comer con sus amigos, no ir a la iglesia, no cenar con sus abuelos, a veces se vuelven reservados, se inclinan por actividades prohibidas, drogas, alcohol. A menudo se sienten solos y aislados porque su necesidad de separación se convierte en un hecho de vida. También se expresan con la forma de vestirse.