La psicología académica estudia actualmente al hombre ubicándose en general en el punto de vista de la investigación de la conducta, “Conductismo”. Sólo se estudia lo que se puede ver y observar inmediatamente, lo que es directamente visible, pensable, medible.
El método de psicología profunda procede de otra manera, pregunta más bien por la calidad de ese comportamiento. Nosotros realizamos nuestras observaciones no sólo con el cerebro, sino también con el corazón. Desde el punto de vista del psicoanálisis no nos interesa en primera línea cómo se comporta un hombre desde un enfoque totalmente exterior, sino qué motivos, qué intenciones tiene y si éstos son conscientes o inconscientes. El analista oye con la tercera oreja, no ve sólo lo que se le ofrece, ve algo más, algo del núcleo de la personalidad que esta actuando en ese caso y cuyas conductas constituyen sólo una faceta de sus expresiones, una manifestación.
Podemos reconocer a un hombre con sólo verlo caminar, con el rostro se puede mentir, con el andar es mucho más difícil.
CONSUMIR como un problema psicológico, compulsivo, cada vez más cosas. Uno se llena de cosas para desplazar el vacío interno. Comida, bebida, cosas…, ese es el hombre pasivo aunque con actividad aparente. La meditación, parar la mente, es de importancia vital.
Reflexión sobre la concepción clásica de ACTIVIDAD: se entiende como algo que da expresión a las fuerzas insitas en el hombre, que da vida, que ayuda a la eclosión tanto de la capacidades corporales como de las afectivas, tanto de las intelectuales como de las artísticas.
Cuando dirigimos nuestro interés a la conciencia debemos lograr una compresión cada vez mayor, el desarrollar una progresiva madurez, la fuerza del amor o de la expresión artística.
Todas las búsquedas: honores, dinero, poder, son pasiones que producen sufrimientos.
La psicología del comportamiento, que considera fundamentalmente al hombre como un mecanismo, rige el principio de que este reacciona ante determinados estímulos con determinadas respuestas, eso se llama ciencia. Quizá sea ciencia ¡pero humana no!, lo vivo, lo específicamente humano ni la roza. “Es imposible entrar dos veces en el mismo río”, “Todo fluye”.
HASTÍO: si no se tienen los medios para hacer algo vital, para producir algo o para recobrarse se sentirá el hastío como un peso, produce un hombre deprimido.
El hombre aprende mejor cuando la actividad misma produce satisfacción inmanente. El hombre sólo es el mismo cuando da salida a sus potencias innatas. El despliegue de las capacidades produce alegría. Los esfuerzos mentales producen un crecimiento de las células cerebrales.
LA CRISIS DEL ORDEN PATRIARCAL:
El padre es dueño y señor de la familia. Al padre le agrada ese hijo porque le obedece, lo distingue, lo elige.
En la estructura matriarcal las cosas ocurren de otra manera. La madre ama por igual a todos sus hijos.
En la sociedad patriarcal el principio supremo es el Estado, la Ley, la abstracción. En la sociedad matriarcal son los vínculos naturales, esos lazos que ligan entre sí a los hombres. No necesitan ser pensados ni construidos, están ahí simplemente como algo natural.
La religión del mundo occidental es de carácter patriarcal. Se describe a Dios como una autoridad, a diferencia por ej. del Budismo, en el cual tal instancia autoritaria no existe.
En oposición a la conciencia moral autoritaria existe una conciencia moral humanística. Esta conciencia está arraigada en el hombre mismo y le revela lo que es bueno y propicio para él, para su desarrollo, para su crecimiento. Su propia voz le orienta hacia un fin que esta potencialmente presente dentro de su organismo, en su cuerpo y su alma, y que le indica: por ahí vas bien, por allá vas por mal camino.
Desde la revolución francesa hemos vivido una serie de revoluciones, que por cierto nunca llegaron a realizar lo que prometieron y proyectaron, pero conmovieron las viejas estructuras y, ante todo, cuestionaron las relaciones autoritarias. La obediencia pasiva, mecánica y ciega esta siendo eliminada lenta pero seguramente. El hecho mismo de una revolución parcialmente lograda, prueba que la desobediencia puede triunfar.
Cuando una sociedad de abundancia que se puede permitir visitas a la luna, no está en condiciones de enfrentar el peligro de destrucción total, debe de aceptar que se la llame incompetente. Se muestra incompetente en los perjuicios ecológicos que amenaza la vida, nos enfrentamos a la miseria y a la hambruna en todas las zonas no industrializadas. Esto ha dado lugar a que se debilite con razón la confianza de la joven generación en nosotros y a que ya no se crea en la estructura y en el funcionamiento de la sociedad patriarcal autoritaria.
EL FRACASO DE LA RELIGION: La religión de la que somos depositarios, apoyada especialmente en la tradición judeocristiana, tiene tanto la función de explicar el mundo de la naturaleza como la de impartir principios morales, es decir, una ética. Estas dos funciones no tienen nada que ver una con otra. Sin embargo, al principio ambas funciones no estaban separadas. Parece como si la tesis de un Dios creador fuera mucho más simple de captar y de admitir que el hombre, en su estado actual, es el producto de principios que vienen desarrollándose por sí mismos desde hace centenares de millones de años, y que en cierta manera están sometidos al azar, o por lo menos, a las leyes de la selección natural.
La ética de la Biblia se practica pero no e predica. Nos movemos por dos carriles. Se elogia el altruismo, hay que amar a los hombres, pero al mismo tiempo la compulsión al éxito obstaculiza la práctica de estas virtudes. Se trata de la capacidad de cada uno y del coraje civil que se necesita para mantenerse en la verdad y en el amor, en lugar de sacrificar su propio yo por la ambición de progreso. En síntesis: con la “ética” que practica el capitalismo actual la religión no puede seguir siendo la representante de los valores, porque tampoco en esta función inspira ya confianza. Sin embargo el hombre parece que no quiere vivir totalmente sin religión, debe tener una perspectiva, una creencia que despierte su interés y lo eleve por encima de una existencia puramente animal. En nuestro siglo se esta desarrollando una nueva religión “ la religión técnica”. Esta religión tiene dos aspectos: -una ilimitada y no obstaculizada satisfacción de las necesidades, falsa abundancia que vuelve al hombre pasivo y desidioso. El fin de la técnica es la eliminación del esfuerzo.-El otro aspecto es que el hombre ha dedicado por cuatrocientos años su energía a conocer los misterios de la naturaleza, para poder dominarla. La técnica es la gran madre que alimenta a sus hijos, se debe hacer lo que técnicamente sea posible. La posibilidad técnica se convierte en obligación moral.
Hoy se matan civiles en las guerras de forma anónima oprimiendo botones, no se ve al enemigo por eso no surgen sentimientos de piedad o compasión. Se tortura para sacar información.
Pero millones de hombres se han vuelto sensibles a la múltiple aniquilación de la vida, y a la inhumanidad de las guerras, que ni siquiera sirven al instinto de conservación. Ya apunta una nueva moral del amor, por oposición a la del consumo, pero también como protesta contra formas y fórmulas vacías.
El Budismo constituye un excelente ejemplo de que en muchas culturas existen principios morales sin una base patriarcal autoritaria. Crecen sobre un terreno simplemente humano. El hombre se encuentra confundido y desdichado si no conoce un principio que para el y para su medio pueda valer como principio rector en la vida, ese principio no le debe ser impuesto desde fuera, sino que debe resultarle evidente en su intimidad.. El hombre siente en la profundidad de sí mismo la necesidad de comportarse moralmente. Lo inmoral le hace perder su armonía, su equilibrio.
CONTRA LAS LIMITACIONES DEL CRECIMIENTO HUMANO:
Los jóvenes al haberse liberado de los sentimientos de culpa provocados por la moral autoritaria, se hacen simpáticos a muchas personas. Obtienen como signo distintivo la nueva honradez.
El hombre no sólo es responsable de lo que hace a sabiendas y de sus “buenas intenciones”, sino también de su inconsciente. Lo que habla por él son sus conductas, no sus palabras por sí solas. Los jóvenes no preguntan: ¿Qué pensaste al respecto?, sino que van más lejos: “¿Qué hiciste? ¿Cuáles fueron tus motivos?
Entre los jóvenes la sexualidad ya no se vincula con sentimientos de culpa.
La intimidad corporal está lejos de procurar una intimidad anímica.
Los jóvenes no reconocen el orden patriarcal ni la sociedad de consumo, pero también ellos incurren en un tipo de consumismo, como en el caso del tráfico de drogas. La búsqueda de la droga con la tendencia a una creciente dependencia tiene muchos motivos, pero en todo caso es también expresión del homo consumens pasivo y corrompido. También esos jóvenes pertenecen a los hombres que siempre esperan algo que viene de afuera: el efecto de la droga, el efecto de la sexualidad, el efecto de los ritmos, que los hipnotizan, los arrastran, se apoderan de ellos, es decir, son profundamente pasivos. El hombre activo es el que no se borra, sino que es y sigue siendo sin cesar él mismo. Se vuelve más maduro, más adulto, crece. El hombre pasivo no compromete ninguna de sus fuerzas anímicas, y al final se vuelve débil, fatigado e indolente. El sueño que entonces comienza es más bien una especie de anestesia, una extenuación por el hastío, que una regeneración saludable.
Se deberían promover y satisfacer las necesidades que activan, vivifican y liberan a los hombres, de modo que no sean presas de las pasiones, ni se limiten a reaccionar a estímulos, sino que se sientan impulsados, con espíritu abierto e interesado, a desplegar sus fuerzas potenciales y a activarse y enriquecerse a sí mismos y a los demás elevando el nivel de los logros y realizaciones. Esto supone que se organice de otra manera el tiempo libre y el tiempo laboral.