La ética representa la voz de nuestra naturaleza que grita desde dentro. Nuestra más honda naturaleza desea que vivamos en armonía con el universo porque lo somos y el universo en nosotros.
La bondad y la felicidad coinciden.
El terapeuta es aquel que sirve o atiende el alma.
La neurosis procede de la búsqueda del propio interés. Su cura estriba en la búsqueda de la simplicidad originaria. Vivir en armonía con la naturaleza. Llegar a ser plenamente operantes. Asumir la responsabilidad de nosotros mismos. Hallar el camino de regreso hacia nuestro propio corazón.
Hallarse psicológicamente sano es retornar a nuestra ética íntima y vivir conforme a esta.
La terapia consiste en ayudar a un paciente a excavar hondo en los fundamentos de su propia naturaleza ética íntima.
Preceptos básicos de la terapia:- Evitar hacer daño físico a seres sensibles.
– Respetar la propiedad de los otros y ser generosos.
– Eliminar las malas acciones en lo que atañe a los deseos sexuales.
– La expresión adecuada, no criticar a los otros.
– Evitar todo consumo que sea aditivo o tóxico. Incluyendo lo que leemos, contemplamos, conversamos…
El espacio seguro del terapeuta depende de la calma interior de este. El arte de la tranquilidad posee cuatro fases: -La absorción, -aplomo, -responsabilidad y ecuanimidad.
El Zen es la tranquilidad en acción, aquietar la mente. No se busca una solución intelectual al problema sino una trasformación de la experiencia.
Atención a la respiración. Armonizar la mente con el cuerpo. Vivir el momento presente plenamente. Asumir con soltura lo que surge. Uno vive incondicionalmente.
Advertir el cuerpo, los sentimientos, los pensamientos y el objeto de los pensamientos que tenemos.
Los pequeños actos de amabilidad producen efectos profundos.
Lo mejor que puedo hacer por mí mismo es descubrir mi amor por los otros.
Todo sufrimiento mental se remonta a tres amargas raíces: la codicia, el odio y el engaño.
El terapeuta debe tener respeto incondicional-amor ( en la codicia), empatía-misericordia (en el odio) y congruencia-sabiduría (en el engaño).
Percibir la naturaleza de nuestra situación con: -transitoriedad, – altruismo, -interdependencia.
Un cambio perceptivo genera bienestar del sentimiento.
Las fuerzas para superar raíces insanas: -La intención, -la energía, -la atención, -la indagación.
Se afirma el valor de una acción deliberada. En el Zen la voluntad desempeña un papel importante.
Cabe establecer pautas de acción que conduzcan en el futuro a sentimientos distintos y más satisfactorios. Un impulso positivo desencadena más del mismo tipo, de la misma manera sucede con los impulsos negativos. Existe una inercia en la mente humana. Es importante en terapia advertir cada impulso positivo que presente el paciente.
Cualquiera es el jardinero de su propia vida. Responsabilidad de optar por buenas asociaciones. Con sabiduría trasformas las asociaciones malas.
Entre las condiciones positivas figuran: una apreciación a la vida tal cual es, con todos los impulsos que ahora incluye y que nos hace humanos. A la amargura también debemos hacerle frente.
Nuestros padres viven en nosotros, no hallaremos paz odiándoles, siempre nos hallaremos asociados con nuestros antepasados en nuestro propio continuo mental.
Cuanto más dominada se halle la mente por las pasiones menos abierta se manifestará a una nueva experiencia. Somos nosotros mismos nuestra pasión más peligrosa.
El estilo de vida y el hábito nacen y mueren juntos.
La gratitud, contrición y perdón son esenciales para conocer una vida auténtica.
El Zen no debe limitarse a la meditación sedente, sino que habría de aplicarse a todas las actividades de la vida.
Nuestro ser físico es el que instruye a nuestro se mental. La sabiduría radica en el cuerpo. Cuerpo y mente constituyen una unidad.
El tacto cura.
Los buenos amigos espirituales son un gran apoyo.
Buenos hábitos: los pensamientos y las acciones pueden ser deliberadamente cultivados.
La terapia constituye intrínsicamente un proceso moral.
El objetivo de la terapia no estriba en que la persona establezca un yo sólido y previsible; la meta está en que ese individuo de torne fluido, flexible, espontáneo y que reaccione.
El Zen va más allá de la realización de uno mismo. Se funda en la confianza básica de los seres humanos, y en toda existencia, para colmar la potencialidad inherente, no solo del individuo aislado sino del conjunto: el grupo, la comunidad, la humanidad, la biosfera, el cosmos.
Es posible domar la mente, cualquiera crea su propio camino.
El trabajo del terapeuta consiste en adoptar una perspectiva del bienestar del paciente a largo plazo. A corto plazo el paciente quizá tenga que sufrir gran dolor al enfrentarse con su falta de responsabilidad.
La esencia de la satisfacción estriba en vivir para otros.