En ningún momento de la historia del mundo, la mentira organizada se ha practicado con menos vergüenza, o por lo menos, gracias a la tecnología moderna, más eficazmente o en una escala tan amplia, que por los dictados políticos y económicos de este siglo.
El objetivo fundamental de los que mienten es la supresión del sentimiento y del comportamiento caritativo en el plano de la política internacional.
El adelanto tecnológico nos ha suministrado medios más eficaces para retroceder.
Cuanto menos tardemos en convencernos en que la historicidad no es un valor, y de que no hay relación necesaria entre lo que dejamos que las circunstancias nos hagan hacer y lo que realmente debiéramos hacer, será tanto mejor para nosotros mismos y para el mundo en que vivimos. En el momento actual, lo “histórico” es casi perfectamente malo. Aceptar lo “histórico” y trabajar en su favor es cooperar con los poderes de las sombras contra los de la luz.
Educamos a los niños menores como si quisiéramos que fuesen seres libres, inteligentes, responsables y que cooperen por propia voluntad; educamos a los mayores como para que acepten pasivamente la tradición y para que dominen a los demás o sean dominados.
A los niños les agrada tener la sensación de seguridad, sentir el apoyo de un armazón de leyes morales y hasta de reglas de buena educación.
Es importante evitar todos los extremos, el de la libertad y de la responsabilidad excesivas por una parte y por otra el extremo de la restricción excesiva mal entendida.
¿En qué consiste una educación moral deseable? En la formación de seres humanos que favorezcan la paz, la libertad y la justicia.
Muchos de los que son capaces de cursar una educación académica salen de la prueba, o cotorreando de memoria, como loros, fórmulas que en realidad no entienden; o si las entienden, es sólo como especialistas que saben todo lo que se refiere a una cosa determinada y no les interesa nada más; o finalmente, como intelectuales, que saben teóricamente de todo, pero para los que no quedan esperanzas que puedan servir para las cuestiones corrientes de la vida diaria.
No sería difícil interesar al ingeniero en relacionar la educación técnica con cuestiones humanas. El curso técnico iría unido a un curso explicativo de los efectos de ésta técnica, con relación al bien y al mal, al bienestar y al sufrimiento.
En el sistema educativo que desarrolla el doctor Morgan, los períodos de estudio se alternan con periodos de trabajo en manufacturas, oficinas, granjas y hasta en cárceles y manicomios. Tres meses de teoría se complementan con tres meses de práctica. Al intelectual se le pone en contacto físico con ejemplos verdaderos de la realidad humana. Dice Talmud: “ El que no le enseña un oficio a su hijo, virtualmente le está enseñando a robar”.
Se ha considerado con mucha atención la influencia que puede ejercer el arte sobre la educación de las emociones. Utilizar la música, la poesía, el teatro, las artes visuales como procedimientos para extender los conocimientos y para orientar convenientemente la emoción.
La mente y el cuerpo son orgánicamente uno; por ello resulta probable, que si podemos llegar a aprender el arte de la inhibición voluntaria en lo físico, eso nos ayuda a adquirir y a practicar el mismo arte en lo intelectual y en lo emotivo.
Una especialización excesiva es siempre contraria a todo progreso biológico genuino. Haldane considera que, en conjunto, toda competencia intraespecífica es biológicamente dañina.
El organismo debe avanzar sobre todo el frente biológico y no solamente sobre una sección del mismo, o aisladamente, en una dirección particular.
No puede haber cooperación eficaz ninguna, sino entre individuos que estén enterados de sus necesidades recíprocas.
La mayor parte de la ignorancia es ignorancia que puede vencerse. No sabemos porque no queremos saber. Es nuestra voluntad la que decide sobre en qué temas hemos de emplear nuestra inteligencia.