Si alguna luz existe que pueda iluminarnos en el profundo misterio de conocer al hombre, debe partir necesariamente del niño; el único que con su simplicidad inicial puede mostrarnos las íntimas directrices que sigue el alma humana en su desarrollo.
La enseñanza no es ni mucho menos la parte más importante de la educación.
El niño se independiza, aprende a manipular, a andar, a hablar, a pensar y a dirigir su propia voluntad, Este proceso no se debe a la enseñanza del adulto, sino a una creación propia por parte del niño.
El niño es la parte más importante de la vida del adulto. Es el constructor del adulto.
El bien o el mal del hombre maduro tienen una relación muy estrecha con la vida infantil, que lo formó.
Hay que estudiar al hombre en su origen, tratando de descifrar en el alma del niño su desarrollo a través de los conflictos con el medio ambiente, para conocer el trágico secreto de la lucha intensa, que obliga al alma humana a deformarse, permaneciendo oscura y tenebrosa.
El niño sensible que se halla sumergido en conflictos insuperables con el adulto, más fuerte que él, el cual lo domina sin comprenderle; es una página en blanco en la cual todavía no han sido escritos los sufrimientos desconocidos, que invaden el campo espiritual, virgen y delicadísimo del niño, organizando en su subconsciente un hombre inferior, distinto del que hubiera sido creado por la naturaleza.
El hombre es como el objeto fabricado a mano: cada uno es distinto del otro, cada uno tiene un espíritu creador propio que lo convierte en una obra de arte de la naturaleza.
El espíritu humano animador debe encarnarse para actuar y abrirse paso en el mundo. Todo esto constituye el primer capítulo de la vida del niño.
El niño en el juego busca un placer (gozan repitiendo). A cierta edad sienten satisfacción en hallar las cosas en su lugar respectivo ( el juego de la escondite). La naturaleza da al niño la sensibilidad del orden para construirse un sentido interior que se halla destinado a conocer las relaciones entre las cosas, por eso las liga las liga al ambiente firmando un conjunto donde todas las partes dependen entre sí.
La sensibilidad del niño por el orden existe en dos aspectos: uno exterior ( las relaciones con el ambiente) y uno interno ( que da sentido a las partes del cuerpo que actúan en el movimiento y en sus posiciones). Regula una memoria muscular.
El niño nos ha demostrado que la inteligencia no se construye lentamente desde el exterior. Nada existe en la inteligencia que no haya sido percibido por los sentidos.. El niño es un observador que registra activamente las imágenes por medio de sus sentidos. Cada individuo ve una parte de los objetos de acuerdo con sus propios sentimientos e intereses. Las imágenes se organizan enseguida al servicio de los razonamientos.
El espíritu del niño se hace desconocido para el adulto porque éste le juzga desde el ángulo de la impotencia práctica y no desde el punto de vista de la impotencia psíquica en sí misma.
El niño ve los detalles ínfimos y reales de las cosas. En su juicio nos ve pasar con indiferencia, inconsciencia, delante de los detalles interesantísimos. Si el pudiera expresar se, nos revelaría que no tiene confianza alguna en nosotros, de la misma manera que él no nos merece confianza alguna, pues es extraño a nuestra manera de percibir las cosas. Por ello el adulto y el niño no se comprenden.
Es preciso que el adulto quede persuadido de que ha de ocupar un lugar secundario, esforzándose en comprender al niño, con el deseo de convertirse en auxiliar suyo.
El adulto debe renunciar a su ritmo propio y a sus finalidades, respetando los ritmos de desarrollo del niño y su manera de moverse. Los niños normales se mueven con calma, permanecen tranquilos, y se fijan en un objeto como si reflexionaran.
No tiene importancia el moverse mucho, sino el saber poseerse. Lo importante es que el individuo haya logrado conquistar su órgano motor. El deporte también infunde valor y confianza en sí mismo. El movimiento es el factor que liga el espíritu al mundo.
La energía psíquica debe encarnarse en el movimiento construyendo la personalidad actora.
Es imposible utilizar todos los músculos, por ej. Las personas que realizan delicados trabajos manuales utilizan ciertos músculos que no utiliza un bailarín y viceversa.
Pero para mantenerse en estado normal debe existir una actividad de los músculos suficiente. La reactividad de los movimientos deriva siempre de energías espirituales. Hay una conexión directa entre las funciones motrices y la voluntad.
Todas las tareas de la vida, que se desarrollan dentro de sus leyes y procuran la armonía entre los seres llegan a la conciencia bajo forma de amor; La inteligencia del niño absorbe amando; el amor le hace ver lo invisible. Esta absorción activa, ardiente, minuciosa y constante del amor, es una característica de la infancia.
Por eso el adulto debe cuidar sus palabras.
Es preciso reflexionar que el niño quiere obedecer y que ama. Sus desobediencias son exponentes de un conflicto vital entre el impulso creador y el amor hacia el adulto que no le comprende.
EL METODO DE EDUCACION : Trabajo Individual Acudir primero al descubrimiento del niño y realizar su liberación. Respetar la personalidad infantil. Procurarle un ambiente material adecuado; ser un maestro sin cátedra, sin autoridad y casi sin enseñanza. Repetición del ejercicio es el carácter propio del trabajo infantil. El principio de libre elección: todo debe estar medido además de ordenado para engendrar interés y concentración. Análisis de los movimientos. Ejercicios de silencio. Buenos ademanes en las relaciones sociales. Orden en el ambiente. Aseo meticuloso. Educación de los sentidos. Escritura independiente de la lectura. Escritura precediendo la lectura. Lectura sin libros Disciplina en la libre actividad.
Abolición de recompensas y castigos Abolición de los silabarios. Abolición de las lecciones colectivas. Abolición de programas y exámenes. Abolición de juguetes y golosinas. Abolición de cátedra de la maestra instructora.
Un EDUCADOR tiene que ser sosegado, un estado de vacío, o mejor de descarga mental que produce limpidez interior, un desprendimiento de toda relación intelectual. Con “humildad espiritual” para comprender al niño.