La relajación no puede tan sólo limitarse a la percepción de las sensaciones que descubro en mi propio cuerpo. Esto sería un estrechamiento, como sumergirse o aislarse en la concha de un molusco. La atención tiene que expandirse hacia el basto espacio, desde el cuerpo como punto de referencia hasta casi tocar el infinito.
La creencia, universalmente aceptada, de considerarme como un individuo separado de la realidad que me circunda, aislado en medio de un mundo desconocido y diferente a mí, me hace sentir con fuerza la amenaza de lo que me rodea. Todo ello me ha servido para la forja de una coraza que de ninguna manera puedo asegurar que me protege, pero que me aísla.
El lento proceso de aislamiento se produce tempranamente en la vida de cada hombre, y queda aparentemente justificado ante la necesidad que existe de protegerse del medio, defenderse y sobrevivir. Todo ello se traduce en franca desconfianza, agresividad y en la práctica incesante de la mentira….
Sabemos que, en tiempos no muy lejanos, el hábil y paciente artesano, verdadero amante y conocedor de su oficio, elaboraba concienzudamente con cuidado y dedicación su obra, de principio a fin, sin importarle tanto el tiempo que iba a emplear, como el esmero y atención que pondría en su manufactura.
El hombre precisa conocerse a sí mismo para saber lo que de verdad necesita y quiere, lo que no es posible saber en un estado de ignorancia; y atreverse a mirar en su interior para encontrar cual es la raíz de su sufrimiento.
Aprender a mirar sin temor, serenamente, el desorden y la contradicción no es una actividad negativa. Todo lo contrario, mirar, sin juzgar, consiste en una afirmación positiva de la vida. La práctica de esta mirada tiene el poder de producir cambios.
La auténtica positividad es precisamente aprender a soltar, jugar y confiar. Confiar es hacer lo que en cada momento uno tiene que hacer y después saber esperar sin inquietarse.
Comenzar a captar la magia de la vida, requiere el apaciguamiento del intelecto y que busque y se recree el espíritu en el sabor del silencio.
Es preciso que me pregunte una y otra vez cómo me siento a mí mismo en medio de la existencia cotidiana.
APRENDER A MIRAR, SENTIR LA PROXIMIDAD DE LAS COSAS Y SU ÍNTIMA PRESENCIA, NO SER NUNCA MÁS INDIFERENTES. ESTO CONSTITUYE UNA EXPERIENCIA DE AMOR.
Para amar es preciso recuperar el sentido de la vida, la vida escondida de las cosas que debe ser presentada y descubierta.