Hacemos consciente al adulto de la importancia que tiene su mirada sobre su hijo. Atendemos los bloqueos emocionales que percibimos en la relación padres-hijos.
Con esta herramienta, conseguimos enfocar los problemas de relación familiar de manera diferente, percibiéndolos de manera distinta.
Eliminamos la comunicación viciada. Facilitamos que ambas partes recuperen su capacidad de hablar sobre el conflicto con respeto, es decir: cultivando la capacidad de escucharse mutuamente, haciendo posible el diálogo necesario.
Logramos en pocas sesiones (de 4 a 8) un cambio positivo en la relación entre padres y alumnos.