El psicólogo, el terapeuta es alguien del alma, del corazón y de la mente, y tenemos que unificarlos, integrarlos, hilvanarlos y tejerlos en una red que sostenga a nuestros niños.
Generalmente al niño le llega más lo que trasmitimos con nuestra conducta, nuestros gestos o incluso lo que sentimos por dentro que lo que hablamos.
Hay modos de trabajar el dolor sin necesidad de que se hable del tema:
-Dando cobijo a esa almita que está sufriendo.
-Sonrisas en momentos de angustia.
-Miradas en momentos de desesperación.
-Brazos que acunen y sepan cargar con lo no dicho.
-Y con las lágrimas depositadas en el interior y que no pueden salir al exterior.
Ese espacio común será tejido y construido sobre todo por la capacidad de empatía que tengamos con su dolor, su situación, su edad, y su fuerza para sostenerse ante la adversidad.
Los caminos que los niños saben construir van más allá de los que les podamos enseñar; nuestro papel será más bien lograr que contacten con sus dones especiales, el propio de cada uno, y juntos lograrán crear y construir historias para el mundo que les toca vivir.
El espacio del niño será todo aquello en lo que él esté dispuesto a jugar, a explorar, a mostrarse, abrirse y a confiar.
Tanto tiempo en el colegio y precisamente no les enseñaron a mirar dentro de ellos mismos, a poner palabras a lo que sucede cuando están cansados, cuando no duermen, cuando duermen todo el día, cuando loran, cuando quisieran abandonar el mundo e irse a cualquier otro lado.
No saben cómo llenar el tiempo. Todo joven tiene dentro de sí muchas capacidades. Tienen que rescatar cada día más y nosotros los adultos apoyarlos y hacerles recordar que todos, todos son creativos. Romper con la música, con la pintura, con el baile, con lo que te salga de dentro y puedas hacerlo como alternativa a toda esa violencia o tristeza que llevas dentro y no te permite ser feliz por ahora.
Todos sentimos las mismas cosas, odios, rabias, ganas de golpear, de huir, de dormir etc….
El mundo es un espacio donde debemos aprender urgentemente a convivir, y un espacio que debemos aprender a cuidar y a recorrer de diferentes modos, pero siempre de un modo responsable.
Es urgente construir y reconstruir de diversos modos el mundo interno de cada uno, pero de modo amigable, y aunque cueste esfuerzo, será un esfuerzo que a largo plazo constituirá un lindo proyecto en común.
En este libro se señalan numerosas técnicas gestálticas muy practicas aplicadas a los niños y a los adolescentes.