Grof nos cuenta sus experiencias de sus terapias amplificadoras o catalizadoras de los procesos mentales indicándonos que parecen activar potenciales preexistentes de la mente humana, el individuo viaja hacia el interior de su mente inconsciente y superconsciente, permiten observar capacidades intrínsecas y juegan un papel importante en la dinámica mental normal. Se puede enfocar diferentes niveles de continuo experiencial, percibir texturas minuciosas, ver con transparencia los objetos contemplados, distinguiendo una célula del cuerpo embriónico, fragmentos de una planta o de una piedra preciosa. También se logra un mayor discernimiento sobreponiéndose a la distorsión causada por el miedo, las defensas y la resistencia. La experiencia psicodélica trasciende el espacio y el tiempo. Es posible tener experiencia de unidad dual con otra persona, sensación de identidad propia y simultáneamente con el otro, la conciencia colectiva, de un grupo o de toda la humanidad. Otra característica con el LSD consiste en superar la diferencia entre el ego y los elementos del mundo exterior o entre la parte y el todo. También se pueden experimentar muchas formas de identidad, la mente universal, el vacío, la conciencia con la red cósmica y la plenitud de la existencia.En sus investigaciones con LSD Grof observó que todos los sujetos entraban en dimensiones transpersonales. Este efecto se puede obtener también mediante diversas disciplinas, como la meditación y el yoga.
Grof señala cuatro categorías de experiencias para analizar los fenómenos psicodélicos:
1- Las más superficiales son las abstractas o estéticas.
2- La psicodinámica biográfica o recordativa: se viven recuerdos emocionalmente significativos de diversos períodos e la vida del sujeto y experiencias simbólicas. Ej.: recuerdos de traumas graves, ahogos, heridas, accidentes, operaciones. Dichos recuerdos están relacionados con el desarrollo de diversos desordenes emocionales y psicosomáticos. Al explorar el pasado traumático, los pacientes se dan cuenta de que han carecido de autenticidad en ciertos aspectos de su vida, repitiendo a ciegas como autómatas ciertas pautas establecidas en su primera infancia. Al recordarlo se liberan.
3- Experiencias perinatales: El inconsciente humano tiene repositorios o matrices cuya activación conduce a revivir el nacimiento biológico y una profunda confrontación con la muerte. El proceso resultante de morir y renacer se asocia con la apertura de áreas espirituales intrínsecas de la mente humana.
Es cada vez más relevante para la psicología transpersonal cómo han sido experimentadas las cuatro matrices perinatales, produciéndose en esas etapas transformaciones fundamentales de la personalidad. El individuo cuestiona el significado de su existencia así como sus valores básicos y estrategias vitales. Dichas crisis sólo se pueden resolver estableciendo un contacto profundo con las dimensiones espirituales intrínsecas de la psique y de los elementos del inconsciente colectivo.
En la primera matriz se da la experiencia de unión original simbiótica del feto con el organismo materno durante la existencia intrauterina. Cubre toda la gestación. Se tiene la sensación de bañarse en un líquido caliente y acogedor. Es representativo un estado de conciencia oceánico. Los aspectos negativos en esta etapa parecen estar específicamente vinculados a nauseas, desordenes intestinales y dispepsia. Los síndromes psicopatológicos correspondientes son: psicosis esquizofrénica ( sintomatología paranoica, sensaciones de unión mística, encuentro con fuerzas metafísicas del mal); hipocondría ( basada en sensaciones físicas extrañas y peculiares); alucinación histérica y confusión de los sueños con la realidad.
En la segunda matriz: Inicio del parto. Las contracciones uterinas se inician con más o menos fuerza y a un ritmo que va acelerándose. El feto entra en un estado de angustia, de terror, de abandono. Es la experiencia de que “no hay salida”. Estamos en el arquetipo del infierno. La huella de esta etapa puede ser determinante en lo que concierne en nuestra forma de experimentar la vida.
La influencia negativa: Imposibilidad de ver algo positivo en el mundo. Soledad metafísica, inutilidad, inferioridad, severas depresiones “endógenas”, alcoholismo, drogadicción, soriasis, ulceras del sistema digestivo, desesperación existencial y la culpabilidad.
La madre debe procurar estar tranquila y relajada en esta etapa.
En la tercera matriz: El cuello de utero esta dilatando. Extasis volcánico. Influencia: Psicosis esquizofrenica ( elementos sadomasoquistas y escatológicos, automutilación, homosexualidad masculina, conducta sexual anormal); histeria conversiva y angustiosa; frigidez e impotencia, neurastenia, neurosis traumática, neurosis orgánica, jaqueca; eneurosis y encopresis; combinan el sexo con la muerte, el peligro, la materia biológica, la agresión, los impulsos autodestructivos, el dolor físico y la espiritualidad. La experiencia de lucha de la muerte-nacimiento, representa la frontera entre la agonía y el éxtasis, y la función de ambos “éxtasis volcánico”.
Es importante tener en cuenta que la postura ideal para parir no es la de estar tumbada, sino más vertical.
La cuarta matriz: el nacimiento. Libre de ansiedad da lugar a emociones positivas hacia sí mismo y a los demás. Se da la unión entre la experiencia del nacimiento y la dimensión transpersonal que nos abre a otras dimensiones de la realidad. Los síndromes psicopatológicos correspondientes: psicosis esquizofrénica (experiencias de muerte-renacimiento, elementos de destrucción y recreación del mundo, salvación y redención); sintomatología maníaca; homosexualidad femenina, exhibicionismo.
Cada vez más los médicos deben tener en cuenta cómo se recibe al bebé, ambiente cálido, dárselo a la madre cuanto antes, no cortar tan rápido el cordón umbilical, ruidos, etc…
Otro grupo de experiencias transpersonales incluye telepatía, diagnostico psíquico, abandono del cuerpo, clarividencia espacial.
De las experiencias transpersonales se infiere:
– La naturaleza relativa y arbitraria de todos los límites físicos.
– Conexiones de orden no local en el universo.
– Comunicación por medios y canales desconocidos.
– Memoria sin sustrato material.
– Conciencia relacionada con todas las formas vivientes (organismos unicelulares y plantas inclusive) e incluso la materia inorgánica.
– Incluyen sucesos del microcosmos y macrocosmos, reinos inalcanzables por los sentidos humanos.
– Sucesos de períodos históricamente anteriores al sistema solar, del planeta tierra, de los organismos vivos, del sistema nervioso y del
– homo sapiens.
En cada uno de nosotros está contenida la información sobre el conjunto del universo o la totalidad de la existencia, en cierto sentido somos la totalidad de la estructura cósmica.
Grof utilizaba la respiración holotrópica ( una respiración profunda o hiperventilación) como una técnica para inducir a estados modificados de conciencia. Esta ampliación abre las puertas de nuestro inconsciente que desvela de este modo zonas escondidas mucho más eficazmente que la mayoría de las terapias convencionales.
Parece que dichas experiencias se tienen que tener en cuenta en cualquier teoría psicológica que intente presentar un modelo de la persona entera.
Ram Dass dice: cuando la percatación se diferencia de sus objetos, como pueden serlo las ideas o las sensaciones, el sujeto es libre de dirigirla hacia donde quiera. Entonces el meditador es capaz de observar el fluir del los procesos psicológicos y los estados mentales, de ver a través de las deformaciones perceptivas y descubrir la quietud y la sabiduría ocultas y subyacentes en la agitación superficial. Despertar de cualquier realidad aislada es reconocer su naturaleza relativa. Necesitas saber que eres infinitamente más que la habitación-ego por la cual te defines, y una vez que lo sepas tienes el poder de hacer del ego, en lugar de una prisión, una base. El ego esta en calidad de servidor nuestro. Después de haberse liberado del miedo, la duda, la confusión y el estar pendiente de sí mismo, queda el regreso al mundo cotidiano. El ser que retorna es la tranquilidad misma, es la compasión y la sabiduría, es la verdad de las edades.
Puedes ser libre de dirigir tu percepción hacia donde quieras, es decir, fluirás más allá de los límites de tu ego hasta que, en última instancia, te fundas con el universo.
El conocimiento absoluto constituye una experiencia de la realidad totalmente ajena al intelecto, una experiencia que surge de un estado no ordinario de conciencia, al que podríamos llamar estado meditativo o místico. ( William James).
Un numero creciente de profesionales sentía que tanto el conductismo como el psicoanálisis estaban limitados, por el hecho de provenir, principalmente, de estudios de psicopatologías, por ocuparse principalmente de comportamientos bastos y fáciles de medir, por adoptar un enfoque reduccionista de la naturaleza humana, dando lugar a psicoterapias que tuvieran como objetivo esencial la adaptación y no hacer caso de ciertas preocupaciones y datos de importancia como pueden ser los valores, la voluntad, la conciencia, y la búsqueda de la autorrealización y de autotrascendencia.
La psicología analítica de Carl Jung se ocupa de los arquetipos y del inconsciente colectivo. Afirmó la importancia de la vivencia transpersonal para la salud mental. Dice que cuando se llega a la experiencia numinosa se ve uno liberado de la maldición de la patología. La Psicología profunda reconoce que la psique lleva dentro de sí la capacidad de autocuración y de autorrealización. Pero en la obra Junguiana la conciencia se vivencia en un nivel dualista, sin abarcar la trascendencia potencial del dualismo sujeto-objeto. Se detiene bruscamente ante la valoración de la percepción directa.
A finales de los sesenta apareció la psicología humanística que se concentró principalmente en las dimensiones peculiares de lo humano y en particular en los aspectos asociados con la salud. Los psicólogos humanistas iniciaron estudios sobre la autorrealización, se interesaron por el crecimiento de la persona entera, en actualizar su potencial humano en pro de evolución y bienestar. Pero este modelo empezó a mostrar brechas, conceptos como el bienestar y la autorrealización fueron incapaces de abarcar los alcances de la experiencia.
El existencialismo coincide con lo transpersonal en la preocupación por la búsqueda del significado y del propósito, en la confrontación con la soledad y la muerte, la necesidad de opción y de responsabilidad y las exigencias de autenticidad. Participa de la opción de que con nuestras creencias creamos nuestra realidad. Podemos vivenciar la unidad y la interconexión subyacente de toda vida. La experiencia de la libertad y la de ser en el mundo que presentan los existencialistas pueden abrir el camino hacia la transformación personal que conduce a la trascendencia. Sin embargo es posible que el existencialista quede encerrado en su identidad aparte, definida por el ego, y que no llegue a dar el salto que trascendiendo el conocimiento dualista, le lleve al conocimiento intuitivo directo y a la expansión de la conciencia que son características de la experiencia transpersonal.
En el budismo se dice que la causa de todo sufrimiento es el apego y el alivio del sufrimiento proviene del cese del apego.
El sí mismo no desea; la personalidad es la única capaz de desear. Por eso, un objetivo de la terapia transpersonal es permitir que la personalidad entera ejerza cada vez menos influencia sobre las actividades cotidianas del individuo.
Cuando uno empieza a desidentificarse del ego y a identificarse en cambio con el sí mismo transpersonal o con el observador desapegado de sus propios procesos psicológicos, se pone en movimiento el proceso de la liberación interior.
Abraham Maslow, uno de los principales precursores de la psicología humanística, llamo la atención sobre posibilidades que iban más allá de la autorrealización y en las cuales el individuo trasciende los límites habituales de la identidad y experiencia. Expresó: < Considero que la psicología humanista es un movimiento de transición, una preparación para una cuarta psicología, “ superior” a ella, transpersonal, transhumana, centrada en el cosmos, más que en las necesidades y los intereses humanos, una psicología que irá más allá de la condición humana, de la identidad, de la autorrealización y cosas semejantes.>
Los místicos plenamente realizados expresan que nuestro estado de conciencia habitual, no sólo está muy lejos de ser óptimo sino que es nebuloso e ilusorio. Afirman que estamos prisioneros de nuestra propia mente, total e inconscientemente atrapados por un continuo diálogo interior fantástico que crea una deformación ilusoria capaz de consumir totalmente toda percepción o realidad. Se dice entonces que la persona esta dormida.
Cuando el individuo se desidentifica de manera permanente de este sueño se dice que ha despertado. Este despertar o iluminación es el objetivo de las disciplinas de la conciencia. La dimensión que se menciona más frecuentemente en los modelos transpersonales de la naturaleza humana es la conciencia. Cabe esperar que los individuos más sanos tengan mayor acceso a una diversidad de estados superiores. “ El humano plenamente realizado es alguien en quien se ha purificado las puertas de la percepción”. Esta es la capacidad de ver las cosas tal como son, libres de las influencias deformantes del deseo, la aversión, la ignorancia y el miedo.
En cuanto al sentimiento de identidad de la persona sana, se esperaría que trascendiese el sentimiento de sí mismo habitual en el ego. Esperaríamos que la salud fuera asociada con el reconocimiento, admisión e integración de la sombra, ese componente de la psique que abarca atributos a los que se juzga negativos y a los que no se considera congruentes con la imagen que uno tiene de sí mismo. Por otra parte podríamos esperar que un ser muy sano viviera en presencia de lo “inconsciente sagrado” el sí mismo transpersonal o percatación pura que trasciende el espacio, la forma y el tiempo.
También la motivación será una dimensión importante de la salud. El modelo de motivación transpersonal debe mucho a Abrahan Maslow quien reconoció una organización jerárquica de las necesidades que iba desde las necesidades básicas de supervivencia, pasando por la seguridad, hasta el sentimiento de pertenencia a un grupo, la autoestima y la autorrealización. Los motivos van cambiando de burdos a sutiles. Maslow llamó metanecesidades a las que están en el extremo superior de la escala de suficiencia. Sostenía que más allá de la autorrealización estaba la necesidad de autotrascendencia tras haber superado los deseos egocéntricos más comunes de autoestima, posesiones, etc…. En general parece que los individuos más sanos estuvieran más motivados por las necesidades llamadas superiores que son de naturaleza instintiva. De tal modo, la salud podría ir asociada a menor cantidad de apegos y una proporción de conductas orientadas hacia el servicio más elevada que hacia el egocentrismo.
Hay otras cualidades que se dan como características de una salud mental óptima… Entre ellas se encuentra el reconocimiento de que uno es responsable de y fuente de su propia experiencia/vivencia y sensación de bienestar; una mayor sensibilidad hacia los otros, que se manifiesta por un incremento del amor, la compasión, la empatía y la generosidad; una apreciación del estado sobrecogedor y misterioso de la vida, expresado en actitudes de reverencia, gratitud, maravilla y sensibilidad ecológica y una participación íntegra y sincera en la vida, con una apertura plena tanto al gozo como al dolor implícitos en la condición humana.
En este nivel no hay contradicción alguna entre el placer y el deber, ya que las obligaciones supremas de los seres humanos se dan, ciertamente, para con la verdad, la justicia, la belleza, etc…, que al mismo tiempo son también los valores supremos que puede vivenciar la especie. Ha desaparecido el carácter recíprocamente excluyente del egoísmo y altruismo porque lo que es bueno para nosotros es bueno para todos los demás.
Se deposita creciente confianza en que básicamente somos uno con el cosmos, en vez de ser extranjeros en él. ( Gardner Murphy).
El desarrollo psicológico consiste en cultivar los factores sanos e inhibir los de influencia negativa. En el individuo plenamente iluminado se dan únicamente factores sanos.
La vida espiritual o superior pertenece al mismo continuo que la vida de la carne o del cuerpo, es decir, la vida animal, la vida material, la vida “inferior”. O sea que la vida espiritual es parte de nuestra vida biológica, es su aspecto supremo, pero sigue siendo parte de ella.
Se necesita un esfuerzo consciente y específico para orientar la atención hacia cosas y valores intrínsecos, por ej.: la búsqueda de la concreta soledad física, del influjo de la música, de personas buenas, de la belleza de lo natural y cosas semejantes. Tales estrategias sólo se facilitan y automatizan con la práctica, de modo que se puede llegar a vivir la vida unitiva, la vida del ser, sin desearlo ni intentarlo siquiera.
Ken Wilber en su trabajo “ El ojo de la ciencia y de la psicología transpersonal” señala las distinciones tradicionales entre el ojo empírico, el racional y el contemplativo. Lo que puede ser conocido por la observación, dice Wilber, no ha de ser confundido con lo que puede ser conocido por el razonamiento. Es más, lo que puede ser conocido mediante la contemplación no es accesible para la observación ni para la razón, puesto que trasciende a ambas. Wilber propone que la psicología transpersonal se encuentra en una situación peculiar que la capacita para emplear de manera equilibrada los tres modos de conocimiento, logrando una elaboración más cabal de la psicología. Wilber en “ Dos modos de conocer” nos recuerda que nuestra concepción ordinaria del mundo no es más que un mapa de conocimiento simbólico, una creación conceptual, más que el propio mundo real. Solo podemos conocer el mundo real si pasamos al conocimiento íntimo del modo contemplativo y a su correspondiente estado de conciencia.
En “el Tao de la transformación personal y social”, Duane Elgin sugiere que la percepción expandida se refleja en una calidad de vida que busca la armonía con la naturaleza, tanto en lo interior como en lo exterior, en vez de dominio sobre ella. Para las personas que trabajan en estos campos no cabe duda de su relación con ( ni de su responsabilidad por) el todo más amplio respecto del cual se vivencian como componentes inseparables.
Para una persona que empieza a vivenciar como “sí mismo” lo que antes era “otro”, no tiene sentido dejar de reconocer la responsabilidad y la necesidad de una conducta ética y de servicio. Tener menos deseos significa menos necesidad de consumismo y menos susceptibilidad a las presiones publicitarias, lo que da como resultado la tendencia a una vida de voluntaria simplicidad.
A medida que aprendemos a integrar todos los aspectos de la experiencia humana- internos y externos, orientales y occidentales, personales y transpersonales- emerge una nueva visión de la interacción social y un nuevo estilo de vida. La capacidad de los seres humanos para trascender las limitaciones del condicionamiento social y para asumir la responsabilidad de trazar el diseño de su vida en armonía con la naturaleza y con los demás seres humano se hace cada vez más obvia para los individuos que se consagran a la autoexploración necesaria para vivenciar directamente la naturaleza más profunda de su ser.
Si se vivencia la vida y el vivir como una pauta de interconexión intacta que se extiende desde los más menudos detalles de la vida diaria hasta las características de la más amplia escala del cosmos, entonces no es posible eludir la responsabilidad mundana. Si una persona se compromete consciente y directamente con la vida, no hay literalmente ningún lugar a dónde pueda escapar de la vivencia de estar conectada con la totalidad de la vida. ( Duane Elgin.)
El concepto oriental del mundo es intrínsicamente dinámico. El cosmos es considerado una realidad inseparable-siempre en movimiento, vivo, orgánico, espiritual y material al mismo tiempo. Esta misma concepción del mundo se desprende de la física moderna. Los dos temas básicos de esta concepción son la unidad e interrelación de todos los fenómenos y la naturaleza intrínsicamente dinámica del universo. Cuanto más penetramos en el mundo submicroscópico, más nos daremos cuneta de que el físico moderno, al igual que el místico oriental, ha llegado a ver el mundo como un sistema de componentes inseparables, interrelacionados y en constante movimiento, en el que el observador constituye una parte integral de dicho sistema.
Los místicos orientales insisten en que la realidad última nunca podrá ser objeto de razonamiento ni de conocimiento demostrable.
La teoría cuántica nos fuerza a ver el universo no como una serie de objetos físicos, sino más bien como una complicada telaraña de relaciones entre las diversas partes de un todo unificado. Una ley importante de la física cuántica -el principio de la incertidumbre- de Heisemberg afirma que si deseamos la posición de la partícula con precisión, sencillamente la partícula no tendrá un momento bien definido, y si decidimos medir el momento, no tendrá una posición clara. Así en la física moderna, el científico no puede desempeñar el papel de un observador imparcial objetivo, sino que se ve involucrado e inmerso en el mundo que observa hasta el punto en que influencia las propiedades de los objetos observados.
Es decir, en el paradigma cuántico el observador modifica la realidad, y en cierto modo, contribuye a su creación. El mundo material de los objetos sólidos se disuelve en una compleja pauta de ondas probabilísticas.
Nos encontramos entonces con un camino donde el conocimiento se descubre ilimitado, lo que nos indica a su vez que la pseudociencia de la psicología y medicina mecanicista esta en pañales. La ciencia no puede ser gobernada por un sistema rígido, inmutable y de principios absolutos.
Los estados modificados de conciencia nos aproximan a situaciones que, lejos de poder ser explicadas con el lenguaje ordinario, nos alejan entre otros, del miedo a la muerte, e incrementan la aceptación de nuestro sí mismo y de los otros. Nos encontramos ante la posibilidad de sentir esa unidad tan necesaria para ser y crecer. Nos ayudan a atender nuestro deseo natural de trascendencia. Tenemos en nuestras manos una psicología holística donde favorecer esta sana, responsable e interminable forma de crecimiento, atendiendo al todo del que formamos parte, será una nueva función de los terapeutas.